domingo, 11 de julio de 2010

2° Prueba: ¿Biblia o Credo?


7.1     En esta segunda prueba se le probó a Abram por medio de una palabra más explícita que la anterior, pero que era
contraria a la situación agravada de la carne de Abram y a la interpretación razonada de las antiguas palabras dadas que se habían convertido en un CREDO muy acariciado.
7.2     Esto requiere de más fe.
7.3     3° Palabra: Gén. 17:15  Dijo también Dios á Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Gén. 17:16  Y bendecirla he, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá á ser madre de naciones; reyes de pueblos serán de ella. Gén. 17:17  Entonces Abraham cayó sobre su rostro, y rióse, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿y Sara, ya de noventa años, ha de parir? Gén. 17:18  Y dijo Abraham á Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Gén. 17:19  Y respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él por alianza perpetua para su simiente después de él. Gén. 17:20  Y en cuanto á Ismael, también te he oído: he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera: doce príncipes engendrará, y ponerlo he por gran gente. Gén. 17:21  Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, al cual te parirá Sara por este tiempo el año siguiente. Gén. 17:22  Y acabó de hablar con él, y subió Dios de con Abraham.
7.4     La tercera palabra señalaba más explícitamente que el hijo de la promesa era de Abram con Sarai.
7.5     Ambos estaban más viejos y era más difícil que antes, que en la primera promesa.
7.6     Su credo (interpretación inamovible de las primeras palabras) era que la promesa se cumpliría por Ismael. Tenían 14 o13 años creyendo de esta manera, es decir, trece años que habían interpretado el cumplimiento de la promesa de la 1era y 2da palabra sería en Ismael.
7.7     Por esas dos razones no creyó a esta palabra de Dios y le hizo arrancar risa.
7.8     PP 142: “Cuando Abrahán tenía casi cien años, se le repitió la promesa de un hijo, Y se le aseguró que el futuro heredero sería hijo de Sara.  Pero Abrahán todavía no comprendió la promesa.  En seguida pensó en Ismael, aferrado a la creencia de que por medio de él se habían de cumplir los propósitos misericordiosos de Dios.  En su afecto por su hijo exclamó: "Ojalá Ismael viva delante de ti." Nuevamente se le dio la promesa en palabras inequívocas: "Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él." Sin embargo, Dios se acordó también de la oración del padre.  "Y en cuanto a Ismael -dijo- también te he oído: he aquí que le bendeciré... y ponerlo he por gran gente."”
7.9     A. T. Jones- RH 24/6/1899:Sarai, sin embargo, no puso su confianza solamente en la palabra de Dios. Recurrió a una estratagema de su propia invención para dar lugar a la simiente. Dijo a su esposo: "Ya ves que Jehová me ha hecho estéril: ruégote que entres a mi sierva; quizá tendré hijos de ella" (Gén. 16:2). Abram comenzó entonces a desviarse de la perfecta integridad de la fe. En lugar de anclar su confianza y dependencia solamente en la palabra de Dios, "atendió Abram al dicho de Sarai". Como consecuencia, nació un niño, pero el arreglo resultó ser tan insatisfactorio para Sarai, que ella misma lo repudió. Y Dios mostró su repudio ignorando totalmente el hecho de que hubiese nacido ese niño. Cambió el nombre de Abram por el de Abraham, y continuó hablándole del pacto por el que sería padre de todas las naciones mediante la simiente prometida. Cambió asimismo el nombre de Sarai por el de Sara, puesto que vendría "a ser madre de naciones" mediante la simiente prometida. Abraham se apercibió de la total ignorancia, por parte de Dios, hacia aquel niño que había sido engendrado, y llamó la atención del Señor, diciendo: "Ojalá Ismael viva delante de ti". Pero Dios le respondió: "Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él por alianza perpetua para su simiente después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído: he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera: doce príncipes engendrará, y ponerlo he por gran gente. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, al cual te parirá Sara por este tiempo el año siguiente" (Gén. 17:15-21). A todo esto, tanto a Abram como a Sarai se les había instruido, al serles hecha la promesa, que para su cumplimiento, nada que no fuese la dependencia hacia la sola palabra podría ser la respuesta adecuada. Sarai comprendió que su estratagema no había aportado sino aflicción y perplejidad, y había retardado el cumplimiento de la promesa. Abram comprendió que dando oído a las palabras de Sarai, había despreciado la palabra de Dios; y ahora se veía obligado a abandonar totalmente ese plan, para volver de nuevo a la palabra de Dios solamente. Pero ahora Abraham tenía ya noventa y nueve años, y Sara ochenta y nueve. Eso hacía más difícil, si cabe, el cumplimiento de la promesa, y demandaba más que nunca, una profunda dependencia de la palabra de Dios. Requería más fe que anteriormente. Ahora era evidente que no se podía depender de ninguna otra cosa que no fuese la simple palabra de Dios: se aplicaron a ceñirse estrictamente a ella para el cumplimiento de lo que dicha palabra contenía. Excluyeron toda obra, todo plan, maquinación, designio o esfuerzo originado en ellos, y se aferraron de la sola fe. Echaron mano de la palabra solamente, y dependieron absolutamente de la palabra para el cumplimiento de ella.”
7.10 El principio que de aquí se extrae es que la 2da prueba a la cual somos sometidos es a ver si creeremos a la Palabra sola del Señor que contradice una teoría por largo tiempo acariciada, o preferimos y damos más autoridad a nuestras interpretaciones que la sola Palabra.
7.11 Cada día con Dios, p.112: “El Señor está esperando con paciencia para instruir a cada alma dispuesta a recibir enseñanza.  La falta no se encuentra en el Instructor bien dispuesto, el mayor Maestro que el mundo ha conocido, sino en el alumno que se aferra a sus propias impresiones e ideas, y no quiere renunciar a sus teorías humanas para venir humildemente a fin de que se le enseñe”
7.12 Por tanto, no hemos de tener un credo ni debemos tener reverencia o considerar infalibles nuestras  interpretaciones de las Escrituras.
7.13 Ante textos que no son claros ni explícitos, hemos de buscar los otros textos que son claros y que todos nos den la interpretación más precisa.
7.14 Se decide todo con la intervención de todos los testigos implicados en el caso.
7.15 “Escrito está también”.

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