sábado, 24 de julio de 2010

¿Cuáles son las diversas formas en las que el diablo ataca a la Biblia?


9.1         Las diversas formas en la que es atacada la Escritura, y por tanto la  fe y nuestra salvación es: Cuestionar su autoridad, cuestionar su inspiración, su escritura, su interpretación y su aplicación y uso.
9.2         ¿Cómo se cuestiona la autoridad de la Palabra?
9.3         Eso lo sabremos al preguntarnos: ¿Es la Biblia la única autoridad o la autoridad principal?
9.4         ¿Es autoridad también la Iglesia, un concilio mundial, los pastores, la tradición, el credo o creencias fundamentales, o un profeta extrabíblico, los dones del espíritu, la ciencia para definir lo que es la verdad?

9.5         CS 652-655: “El apóstol Pablo, refiriéndose a los últimos días, dijo: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina." (2 Timoteo 4: 3.) Ya hemos entrado de lleno en ese tiempo. Las multitudes se niegan a recibir las verdades bíblicas porque éstas contrarían los deseos de los corazones pecaminosos y mundanos; y Satanás les proporciona los engaños en que se complacen. Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cerciorarnos de si los autoriza un categórico "Así dice Jehová." Satanás trata continuamente de atraer la atención hacia los hombres en lugar de atraerla hacia Dios. Hace que el pueblo considere como sus guías a los obispos, pastores y profesores de teología, en vez de estudiar las Escrituras para saber por sí mismo cuáles son sus deberes. Dirigiendo luego la inteligencia de esos mismos guías, puede entonces también encaminar las multitudes a su voluntad… La iglesia romana reserva al clero el derecho de interpretar las Santas Escrituras, y so pretexto de que sólo los eclesiásticos son competentes para explicar la Palabra de Dios, priva de ella al pueblo.  Aun cuando la Reforma hizo las Escrituras accesibles a todos, este mismo principio sustentado por Roma es el que hoy impide a miles y miles en las iglesias protestantes que las estudien por sí mismos. Se les enseña a aceptar sus doctrinas tal cual las interpreta la iglesia; y hay millares de personas que no admiten nada, por evidente que sea su revelación en las Sagradas Escrituras, si resulta en oposición con su credo o con las enseñanzas adoptadas por sus respectivas iglesias. A pesar de estar la Biblia llena de amonestaciones contra los falsos maestros, muchos encomiendan al clero el cuidado de sus almas. Hay actualmente millares de personas que profesan ser religiosas y que no pueden dar acerca de los puntos de su fe, otra razón que el hecho de que así les enseñaron sus directores espirituales. No se fijan casi en las enseñanzas del Salvador y creen en cambio ciegamente a lo que los ministros dicen. ¿Pero son acaso infalibles estos ministros? ¿Cómo podemos confiar nuestras almas a su dirección, mientras no sepamos por la Palabra de Dios que ellos poseen la verdad? Muchos son los que, faltos de valor moral para apartarse del sendero trillado del mundo, siguen los pasos de los doctos; y debido a su aversión para investigar por sí mismos, se están enredando más y más en las cadenas del error. Ven que la verdad para el tiempo presente está claramente expuesta en la Biblia y sienten que el poder del Espíritu Santo confirma su proclamación, y sin embargo consienten que la oposición del clero los aleje de la luz. Por muy convencidas que estén la razón y la conciencia, estos pobres ilusos no se atreven a pensar de otro modo que como los ministros, y sacrifican su juicio individual y sus intereses eternos al descreimiento, orgullo y prejuicios de otra persona.”
9.6         CS 217: “En la actualidad los hombres se han alejado mucho de sus doctrinas y preceptos, y se hace muy necesario volver al gran principio protestante: la Biblia, únicamente la Biblia, como regla de la fe y del deber. Satanás sigue valiéndose de todos los medios de que dispone para destruir la libertad religiosa. El mismo poder anticristiano que rechazaron los protestantes de Spira procura ahora, con redoblado esfuerzo, restablecer su pérdida supremacía. La misma adhesión incondicional a la Palabra de Dios que se manifestó en los días tan críticos de la Reforma del siglo XVI, es la única esperanza de una reforma en nuestros días.”

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